viernes, 17 de febrero de 2012

Presentación

Si algo caracteriza al tango son sus contradicciones. A pesar de ser un género musical sin instrumentos de percusión, su nombre proviene de expresiones africanas que significaban tambor o el lugar donde se reunían los negros a bailar al sonido de los cueros. Sus letras nostálgicas e intimistas contrastan con su baile estilizado y cabaretesco.
Sobre el blues, Albert Murray diría que es un género que canta la tristeza para librarse de ella.  El tango, en cambio, es, en palabras de Santos Discépolo, “un pensamiento triste que se baila.” El tango no se desprende de la tristeza, la hace parte de una estética en cuya celebración se encuentra la alegría.  Canciones tristes, en el baile del tango se convierten en festejos, en espectáculos de esperanza. En Por una cabeza, Gardel se pregunta, “¿para qué vivir?” Bailando el mismo tango en Aroma de Mujer (Brest, 1992), Al Pacino invita a Charlie Simms a regodearse en el melifluo y  difícil acto de existir.
Este blog nace de mi asombro por estas contradicciones. De esas que nos constituyen de forma tan certera como la muerte. En últimas, no es más que un pretexto para expresar el placer de la nostalgia del tango. Es tan absurdo como el género que lo inspira. En él se encontrarán ficciones literarias sobre historias verdaderas, diálogos en los que sólo yo he hablado, mensajes que espero nunca tener que comunicar. Con la tranquilidad de saberme diletante, lanzo estas letras al mundo del internet, esperando que alguien encuentre esta botella ya vacía.

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